HABANA DE LA NOVELA LA SANGRE EN LA PIEL. 4

ATMÓSFERA QUE RODEA LA NOVELA LA SANGRE EN LA PIEL ES UN VAHO DE MISTERIO, PÁTINA DE SANGRE Y PODER, ALMAS QUE PADECEN Y CUERPOS SOMETIDOS A TORMENTO

habana de sangre en la piel post 4

La foto de la izquierda es el monumento funerario más antiguo de Cuba. Atestigua en piedra la muerte de doña María de Cepero y Nieto. La foto destacada es el castillo de La Fuerza, que aún no se había construido, pero se presentía. En las entradas que preceden intenté para lectores y potenciales visitantes, dar una imagen lo más amplia que permiten las fuentes del contexto de mi novela. La sangre en la piel arranca aquí, en este desgraciado suceso ocurrido en el siglo XVI y avanza de inmediato hacia 1628, siglo XVII, cuando era Gobernador y Capitán General don Lorenzo de Cabrera. Y esas tardes siguientes lloviznó a ratos y con persistencia en las noches. En la muerte de María por la bala de arcabuz se desatan una serie de interrogantes que serán parte de La sangre. Pero dos años antes el pirata hugonote Jacques de Sores había apagado los fanales de sus naves. Acercó sus pataches de ataque hasta un límite visual fuera del alcance de los vigías. Sin dudas, tenía espías dentro de La Habana. Espías en plural destacable.

El pirata hugonote aprovechó el viento de barlovento y desplegó hombres en dos direcciones: la Caleta de Juan Guillén y la Chorrera. En ligeras embarcaciones bajo una luna cubierta de oscuras nubes detenidas, sus hombres tocaron tierra. En el peñasco del morro de la bahía (aún no existía el castillo) los vigías no detectaron nada extraño. La casamata tenía una escalera de sogas y los tercios se turnaban para la vigilia. El pequeño villorrio dormía tras una dura jornada para atestar los cofres, «hacer la indiada», o sencillamente comer y sobrevivir… y a veces, rezar.

CAMINOS QUE SIGUIERON LOS PIRATAS

Era el domingo 10 de julio de 1555 cuando Jacques de Sores avanzó con sus hombres hacia la villa. Villa un título dado en las primeras conversaciones de los que poblaban el reducido espacio. Más bien era una aldea que dependía administrativa y políticamente de la Corona. Se habían abierto dos caminos bien delimitados. A estos las autoridades se cuidaban de cerrar y vigilar, pero con muy limitados recursos en hombres y suministros. La propia distancia entre la aldea y la Chorrera problema infranqueable para estas soluciones, pero franqueable para los piratas. Desde Pueblo Viejo (la Chorrera, esto es, río Almendares, en su longitud cercana a la desembocadura) aún observado desde los tiempos actuales, era el más escabroso. Siguiendo construcciones reconocibles para un observador actual el itinerario daba inicio en la aldea. Avanzaba hacia el Campo de Marte, construcción de 1790 (Parque de La Fraternidad en la actualidad) y bordeaba la Zanja. Continúa por calzada de Reina, Carlos III, Castillo del Príncipe zona Este, por la parte frontal de la Necrópolis de Colón, y al Almendares. Al segundo le llamaban los vecinos De la Playa. Iba bordeando la costa por lo que es hoy la calle San Lázaro por la entonces Caleta de Juan Guillén, Punta Brava y hasta el río Almendares. Este es visible sin mucha dificultad, salvo la toponimia de Punta Brava. Con la construcción del malecón desaparece. Aún hoy, no obstante el largo muro, se puede mirar la entrada del mar hacia la costa, semejante a un golfo reducido.

Cuando el reloj de fanal marcó en su única manecilla la una de la madrugada del domingo, Jacques de Sores estaba cerca. A segundos de entrar en los terrenos habitados de la aldea. El reloj de fanal había llegado a La Habana como regalo. Un comerciante, musulmán converso, lo había comprado en Londres por una bagatela a un relojero inglés. Había marcado la hora del casamiento de Felipe II con su tía segunda María I de Inglaterra. Era un intento el reloj de imitar los grandes relojes de cámara alemanes que iniciaban los afamados maestros. El relojero no quedó conforme y se deshizo de él. En La Habana lo tenían como tesoro, reliquia bendecida. Sin saberlo, el relojero londinense se había adelantado 60 años sin tener conocimiento exacto de ello, a la producción más estable y vendible.

Jacques de Sores dio la orden y avanzaron de la caleta entre la oscuridad y el rugido del mar a su izquierda. Hombres más jóvenes habían sido dispersos por el camino De la Playa a las órdenes de Hugo Faber, su lugarteniente más joven. Hugo Faber quedó bien agazapado en espera de una señal. Señal vista a considerable distancia. En la casa más sólida y en el quinto sueño el gobernador Gonzalo Pérez de Angulo. Había hecho del pobre villorrio su residencia permanente. Antes los gobernadores hacían vida política en Santiago de Cuba. Pérez de Angulo dejó Santiago precisamente bajo los malos augurios de ver desembarcar a Sores ante sus narices. Ya el hugonote había tomado y reducido a pavesas a Santiago el año anterior. ¿Qué sucedió cuando la única manecilla del reloj de fanal se movió un poco más? ¿Buscaba Sores, oro y plata… o más? Pronto se escucharían los gritos: ¡L’Ange Exterminateur…! ¡El Ángel Exterminador…! Eran gritos que helaban la sangre a pesar del calor y la llovizna, que algunos achacaron a lágrimas del cielo.

Continuaré…

Ω

Publicado por: M o n t e P e n té l ic o

Escritor de novelas negras y de lo que atrape su interés, siempre que ese interés sea respetar la Vida. VIDA TODA. Un escritor de novelas negras en La Habana, que cuenta también con ese largo y extenuante ADEMÁS DE URGENCIAS, cómo las escribe, qué punto en ese universo estrecho de la pequeña ciudad lo han inspirado o hecho pensar con detenimiento en un mundo acelerado. Lo aterran y estremecen y obligan a escribir. A veces escribir ficción no es inspiración que otorgan los Dioses Manes de la Literatura, es una obligación para no sucumbir. Por favor, Dioses Manes de la Literatura, es de mi absoluta creencia y base gnoseológica. Mi delito, soy culpable. Gracias por su tiempo.

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